A partir de la lectura de un hermoso libro llamado "El Regreso del Idiota" (el cual recomiendo), me intereso la experiencia llevada a cabo por un país muy parecido a grandes rasgos a l Uruguay. Este ejemplo mencionado en el libro me despertó la curiosidad y las ganas de saber más, y poder comprobar que con un cambio radical se le puede cambiar la vida a la gente.
Se lo había comentado a varios amigos, ahora encontré un articulo que sintetiza de un modo muy preciso la evolución y las medidas adoptadas por Estonia, ejemplo que ojala algún día sepamos seguir...
abrazo
negroleo
Nº 33 - VARIA
Estonia, de la opresión al compromiso con la libertad
Estonia y Finlandia. Apenas se podía encontrar dos países tan parecidos en aquel convulso 1939. Fue el último año de libertad para el primero, liberado dos veces de dos tiranías por dos tiranías en el contexto de
Ahí se podría haber quedado toda mención a Estonia como ejemplo de lo que funciona y lo que no funciona en economía, si no fuese porque, más aún que los otros países escapados de las garras soviéticas tras el fracaso histórico del socialismo, quiso abrazar su recuperada libertad tan fuerte como fuese posible.
Estonia inició, a partir de la llegada de Mart Laar a la presidencia del Gobierno (1992), el programa de reformas más completo y decidido ("radical" lo llaman algunos) de las repúblicas ex soviéticas. Sólo tenía a
Laar buscó inspiración mucho más cerca en el tiempo: en
La era de las reformas
Según el propio relato de Laar acerca de cómo introdujo las reformas, era necesario hacer ver a la gente que tenía que hacerse responsable de su propio devenir. "Estonia abolió todas las aduanas a la importación y se convirtió en una gran área de libre comercio". Lo que se pretendía con tal medida era forzar a las empresas a competir con las que llegasen de fuera, con todo su capital y saber hacer. En los entornos competitivos, o te adaptas o desapareces. Asimismo, se eliminaron los subsidios a las compañías: de ahí en adelante, para hacer caja tendrían que ganarse a los clientes, no al político de turno. "Sorprendentemente", dice Laar, muchas eligieron el camino de la competencia.
La apertura al mundo transformó de inmediato a la economía estonia. En 1991 el comercio con Rusia seguía suponiendo el 83% de las transacciones exteriores del país. Al año siguiente, cuando se liberalizó el comercio, dicha cuota se redujo al 35%, y en 2000 se situó por debajo del 10%. Estonia miraba a Occidente, sobre todo al Báltico, escenario de una intensa actividad comercial. La crisis financiera rusa de 1998 apenas afectó a la patria de Laar.
La inversión extranjera no llega a sitio alguno si no se siente medianamente segura. Y, ciertamente,
Un mercado no puede funcionar si los términos de los acuerdos, fundamentalmente los precios, no se fijan en libertad. A finales de 1991 todavía uno de cada diez productos de la cesta de la compra tenía el precio fijado por el Gobierno, y otros tres estaban regulados. El resto se acordaba libremente. Pero a finales de 1992 dejó de haber precios que no fluctuaran al albur de las circunstancias del mercado.
En cuanto a la privatización de las anquilosadas empresas públicas, arrancó poco antes de la llegada de Laar al poder. Durante la primera fase, que se extendió desde enero de 1991 hasta mayo de 1992, se vendieron, sólo a los ciudadanos estonios, participaciones por valor de no más de 50.000 coronas. Muchos de los objetos y empresas devueltos a la sociedad recobraron vida y fueron incardinados en proyectos verdaderamente empresariales. En agosto de 1992 se inició la segunda fase, ya a gran escala; una fase que no sólo permitía sino que, por decirlo así, pedía la entrada de capital foráneo. La mitad de los ingresos iría a un fondo de compensación, y el resto a sufragar los costes de las reformas, surtir al Banco de Estonia –necesitado de reservas con que sostener la moneda– y crear un fondo para las pensiones. Todavía hubo un tercer programa de venta de propiedades públicas: podríamos llamarlo de reprivatización, porque afectaba a bienes confiscados y colectivizados.
El éxito fue rotundo. Los ciudadanos estonios y las empresas extranjeras se hicieron con los despojos del Estado y los convirtieron en valiosos recursos al servicio del mercado. No obstante, y aunque el peso industrial del sector público se redujo mucho en pocos años, todavía quedaban áreas que habrían de ser privatizadas más tarde, como por ejemplo la del ferrocarril, que tendría que esperar al segundo mandato de Laar.
Lo sencillo es bello
Pero volvamos al primer bienio de este destacado político, porque fue entonces cuando arrancó una de las más exitosas reformas estonias: la introducción de un tipo marginal único sobre la renta. En julio de 1992 se sustituyó la fiscalidad progresiva sobre las empresas y el trabajo por unos tipos únicos, fijados respectivamente en el 33 y el 26%. Más tarde, en enero de 1994, ambos quedarían igualados en el fijado para las rentas del trabajo. No son éstos los únicos impuestos que pesan sobre los estonios: ahí están el IVA (18%) y
El éxito cosechado por Estonia fue tan llamativo que otras naciones de
Dado que, pese a haber sido pionera, o quizás por ello, pronto se quedó atrás, ya que el resto adoptó tipos más moderados, Estonia se ha visto obligada a reaccionar. Su tipo actual es del 22%, pero tiene previsto reducirlo un punto al año hasta alcanzar, en 2011, el 18%. Por cierto, y a tenor de una reforma introducida en el año 2000, en Estonia sólo se gravan los beneficios empresariales que se distribuyen entre los accionistas, no los que se reinvierten en las compañías.
Evidentemente, el sistema fiscal estonio no es perfecto.
Otra reforma notable ha comprometido a la función pública. Considero que son moderados los beneficios que ésta puede proveer a la sociedad, pero es cierto que si es ineficaz y corrupta puede resultar francamente entorpecedora, por lo que su reforma puede surtir un gran efecto. Es el caso de Estonia. Sus responsables no recurrieron a las últimas teorías sobre organización y gestión: simplemente, se procedió a la sustitución de los funcionarios de la era soviética por personas más jóvenes y carentes de los hábitos de arbitrariedad y corrupción de la era socialista. A ello hay que sumar una apuesta por el llamado e-gobierno, en el que todo se gestiona en soporte informático y prácticamente no se utiliza el papel.
La apuesta por la confianza en la sociedad y no en las soluciones políticas se manifiesta no sólo en las medidas que toma el Gobierno; también y especialmente en las que no toma. Ejemplo de ello es el sistema financiero, que se vio comprometido con la crisis bancaria de 1992, durante la que cerraron varios bancos. El Gobierno estonio, a diferencia de los de Letonia y Lituania, dejó que éstos desaparecieran del panorama financiero, para que la crisis barriera con las entidades menos solventes. "Como resultado –pudo leerse en un reportaje del Wall Street Journal–, los bancos del país, en conjunto, son con diferencia los más sanos de
Y llegó el progreso
Adam Smith planteó en 1776 el problema de economía más relevante para la política: ¿cuál es la causa de la riqueza?, ¿qué camino nos lleva más directamente a ella? La literatura al respecto es inabarcable incluso para los estudiosos más tempranos, longevos y esforzados. Y Mart Laar, un joven profesor de Historia de
Ahora es un lugar común hablar del gran éxito cosechado por las reformas estonias, pero los principios fueron duros. Si otorgamos un índice
A partir de 1995 el crecimiento se aceleró: el 62 de 1994 se convirtió, ocho años más tarde, en 140 puntos. Y lo que vendrá: en 2006 la economía creció un 11,1%, y este año superará de nuevo el 10%. La inflación es moderada, y los ingresos brutos crecen igualmente en cifras de dos dígitos. La tasa de desempleo, que en 2001 fue del 12%, era del 6% en 2006. Hoy, Estonia se enfrenta al problema de encontrar trabajadores para los proyectos empresariales que se desarrollan en su territorio.
En 2001 la renta per cápita estonia era de 4.520 dólares; en 2006 ascendía a 12.172. Más allá de las cifras, da una idea del salto del país el hecho de que se haya convertido en la sede, por ejemplo, del centro de desarrollo de una de las empresas punteras del mundo de las telecomunicaciones: Skype.
Sin embargo, el modelo estonio está en peligro. En realidad, parte de él ha sido desmantelado. No ha vuelto el imperio soviético; es que ha llegado
Los Estados más ricos y poderosos de
Por lo que se refiere a los impuestos, el comisario del ramo dijo el pasado 2 de mayo que en la primera mitad de 2008 estaría lista una propuesta para armonizar la base fiscal de las empresas, un proyecto que echará a andar en 2010. Este proceso se llevará tan lejos como quieran llevarlo los países con mayor presión tributaria, como Francia y Alemania, que no quieren tener que competir con las nuevas democracias por el favor de los inversores y prefieren hurtar a aquéllas su derecho a elegir sus propias políticas. Estonia mantiene el sueño europeo, el de formar parte de un club de naciones libres y democráticas que le permitirá dar la espalda políticamente a Rusia. Pero para hacerlo ha tenido que llegar a un compromiso con su propio modelo de desarrollo.
Rose y Milton Friedman acompañaron su célebre Libertad de elegir con un breve volumen titulado La tiranía del statu quo, en el que describían cómo los impulsos reformistas quedaban trabados por la espesa influencia de los intereses creados. No sabemos si Mart Laar leyó esas páginas, pero lo cierto es que supo aprovechar el hecho de que Estonia estaba dispuesta a reencontrarse a sí misma en libertad, y que la ruptura con lo anterior era a la vez una necesidad y un motivo de prestigio, para acelerar las reformas, de tal manera que los grupos de interés no tuvieron tiempo de organizarse para entorpecerlas.
Hay una ley no escrita del desarrollo económico, y es que a medida que éste es mayor, el Estado puede ir dando pasos adelante sin que su efecto sobre el bienestar sea apreciable. Finalmente acaba por ahogarlo, pero entre tanto se aprovecha, él también, de la renovada capacidad de la sociedad para crecer. En el caso de Estonia, el referido proceso se ha combinado con el ingreso en
Con todo, en Estonia se ha vuelto a demostrar que la libertad funciona, y el modelo de desarrollo de la patria de Mart Laar quedará siempre como uno de los más exitosos del nuevo siglo.
Comentarios