La semana pasada nos vimos conmocionados por la desaparición de Sofía, en la redes sociales se extendió de forma vertiginosa el pedido de ayuda para encontrarla y finalmente se la ubico sana y salva por allá por el Chuy. De alguna forma me sentí aliviado y contento de que simplemente Sofía había decidido por ella misma irse de su casa y que no existía ningún hecho delictivo, ni violento que lamentar.
A partir de la aparición de Sofía el caso comenzó a tomar otro tinte, el dramático y todos quienes en parte fuimos colaboradores en la búsqueda por las redes sociales creíamos que teníamos el derecho de que nos dieran explicaciones de que fue lo que realmente paso. En primer lugar la prensa se hizo de la (ya de estilo) “filtración” de las declaraciones en la Policía, donde supuestamente esta joven había declarado que había sido secuestrada. También la prensa en su enfermedad de poder sustituir al poder judicial en el sentido de condenar o absolver a quienes estén involucrados en hechos públicos, y lo que es peor formando opinión sin saber los pormenores y ni siquiera las normas aplicables al caso, condenó de forma apresurada al camionero que la había trasladado y fue encontrado junto a Sofía.
Fue así que veíamos titulares donde aseguraban que el camionero estaba a disposición de la justicia, siendo indagado por la autoría del secuestro, que ya lo daban por sentado como real. Incluso en algún medio hablaban de las posibles penas que podrían recaer… (Increíble!!). Pasada la instancia “Policial”, ya en sede judicial Sofía declara frente a la autoridad competente que se había ido de la casa por problemas personales y que no había habido secuestro ni delito alguno, simplemente se fue por voluntad propia y por qué se sentía mal.
En ese momento explotaron nuevamente las redes sociales y alguno que otro pseudo periodistucho que se vistió con la capa de justiciero y pedía a gritos el procesamiento de Sofía por simulación de delito, por mentir, por haberse cansado de la sociedad y de las múltiples presiones a las cuales estaba sometida y haberse ido sin dar explicaciones, haciendo que se gastaran “recursos” del estado en su búsqueda, por haber tenido en vilo a la sociedad que a través de “un click” salió a la búsqueda, y que hoy no puede soportar que esta joven simplemente estaba cansada, triste, deprimida, como la mayoría de nosotros.
La juez de la causa al ser consultada fue contundente "No habría por ahora ningún hecho delictivo", había dicho a El Observador este mediodía la juez Julia Staricco. Agregó que no había aparecido nada "que haga pensar que la persona fue víctima de algún delito". ¿Qué quiere decir esto? Que ante la justicia Sofía declaro la verdad, dijo lo que había pasado y colaboro en el esclarecimiento de los hechos como manda la ley, lo que seguramente en un breve plazo se determine la clausura de la causa.
Es muy importante tener en cuenta que las declaraciones frente a la Policía carecen de valor alguno, porque están viciados de una nulidad absoluta o inexistencia, básicamente por las siguientes razones: En primer lugar las mismas se hacen frente a una autoridad que simplemente realiza una investigación frente a un SUPUESTO hecho delictivo. En segundo lugar es porque las mismas se realizan sin presencia de un abogado defensor del supuesto delincuente o indagado, aspecto que en este país viola normas como ser el Articulo 64 de la ley 18.315, el pacto de San José de Costa Rica y principios fundamentales del derecho como ser el principio del debido proceso, de inocencia, de defensa y desconoce derechos básicos de los ciudadanos como el de contar con una defensa e incluso el de guardar silencio si así lo desea. Pero el aspecto más repudiable del sistema es que en la mayoría de los casos la Policía logra “confesiones” aplicando medios de coacción psicológica (cuando no son físicas), violando todas las garantías constitucionales previstas, dato extraído de las innumerables denuncias efectuadas por los indagados.
Aclarado lo anterior me es inevitable comparar el caso de Sofía, quien si bien en sede Policial, sin presencia de un abogado defensor y en un seguro estado delicado psicológicamente, declara la existencia de un secuestro, declaración que está viciada de nulidad absoluta por las razones esgrimidas, con el caso del Maestro Tabarez, quien por lo contrario mintió de forma contundente frente al Juez de la causa y a las fiscales intervinientes siendo el denunciante.
Sofía miente en sede policial, sin tener garantía alguna, Tabarez en sede Judicial, obstruyendo el esclarecimiento del supuesto robo por parte de su amante (reconocida por el como una simple domestica). Lo indignante de nuestra sociedad es que quieren la cabeza de Sofía por mentirle a la Policía, pero la cabeza del Maestro no la pide nadie, aunque mintió frente a las autoridades judiciales, se retractó posteriormente, luego de que Natalia (su amante) y Catalina (la hermana), debieron de soportar meses recluidas.
Es más grave aún, Tabarez y las autoridades cómplices, enviaron a la cárcel a Catalina, quien declaro la verdad desde el primer día frente a la sede judicial, y recién la liberan cuando se logra probar la mentira del denunciante mediante mensajes de texto enviados a su amante. A diferencia del caso de Sofía ningún periodista, ningún moralista de redes sociales, nadie en este país salió a pedir el procesamiento del técnico por haber mentido y obstruido a la justicia, haber enviado a la cárcel a una inocente y haber abusado de su condición de hombre público siendo cobijado por el manto de la oligarquía dominante y gobernante de este país corrupto. Nadie mostro indignación en el caso Tabarez acerca de los recursos que utilizaron encubriendo una mentira que salió a luz por su propio peso.
Nadie se indignó que el fiscal interviniente dedicara parte de su acusación para justificar el no pedido de procesamiento por el delito cometido por el maestro, asegurando de que se puede mentir en la justicia, aunque esto conlleve la violación de derechos como en este caso fue evidente el perjuicio causado a Catalina. Sin embargo todos quieren la cabeza de Sofía, simplemente porque se alejó y luego frente a un interrogatorio totalmente nulo intento dar una explicación.
Hace más de año que no ejerzo como abogado, y en parte me es un alivio, es un verdadero alivio no tener que luchar constantemente contra un sistema viciado, un sistema corrupto, un sistema que protege al poderoso, que mata al que lucha contra el status quo, que quiere reventar a quien no se alinea a los supuestos intereses colectivos y que los intereses políticos están por encima del derecho, siendo la justicia y los medios de prensa genuflexos a este sistema corrupto, generando opiniones en pro de intereses oscuros, mezquinos, soberbios e injustos.
Que no te pase a vos que sos un cualunque, un hijo de vecino cualquiera, un “pé de chinelo” como le decimos en Artigas, a vos miserable ciudadano no se te vaya a ocurrir mentirle a la justicia, porque a vos como a mí nos la aplican, y nos escrachan…
Al final Sofía tiene razón, uno se debe ir… pero no te arrepientas como ella, que la opinión pública te va a querer meter en cana…
negroleo . .
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