Hoy quisiera compartir este hermoso libro, el cual en mis épocas de adolescente me lo recomendó un gran amigo y gran persona, el querido "Viejo Costa", quien no se olvidaba jamás los viernes santos de pasarme a buscar para comer el mejor asado, regado de buena bebida y de inmejorables charlas, cultivando la libertad, el respeto, la convivencia… Esos viernes santos fueron los “campamentos” de ateísmo, que en el fondo no es otra cosa que el amor de los seres vivos por los seres vivos, poner al ser humano en su lugar como responsable, motor, solución, esperanza, y progreso de este universo, cambiar la fe por la voluntad y los milagros por las explicaciones y la responsabilidad… Aprendí esos viernes santos de asado que el respeto al prójimo, que la solidaridad, el amor, la convivencia, el arrepentimiento, el perdón, la angustia, el sufrimiento, la alegría, la misericordia, el dolor… todo eso es humano, que no es posible hablar con dios mediante la oración, si no que mediante ...